domingo, 1 de marzo de 2009

Diez años.

En una cena en la que no conocíamos a nadie. Era agradable la diferencia: ninguna. ¡Qué vergonzoso es a veces conocer a alguien! ¡Qué verdad con huevos de plástico, que te conozcan!

Y ella, hacía diez años que no nos veíamos. De pequeños, corríamos por los escenarios juntos y quien fuera a decirle que una década más tarde comeríamos en un Indio de la calle costanilla de los ángeles, en Madrid, en una mesa de ocho personas, entre risas e historias.

Dijo que era extraño: se acordaba de mi risa. Y si una risa puede sobrevivir diez años, entonces, no hay nada que temer.

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