A todas las personas del viaje.
Te imagino en la playa con esa manera de estar en silencio que es dos veces muda, porque cuando callan puedo oír el viento sobre una mejilla.
A Natalie, porque es la belleza silenciosa del trueno.
A Eugenio por el charango y por caminar, porque es frágil y robusto.
Ya no es que te imagine, es que te veo. Colombia, bañada de luz en la playa.
Ya no es que te desee, es que te tengo, clavada en el ojo.
Ya no es que me falte, es que me late un hueco. A San pedro, porque el arte es para los demás. Y tú entre ellos.
A Pedro, porque ya es.
A las historias, porque solo sirve lo que necesitas.
A Diana, que es todos, porque no se puede morir.
Al mar. Y ya no es que te ame,
es que en tu caminar está todo lo que sabe el hombre y habrá conocido.
A las flores de alegría que solpan por los ojos.
Por la mano sobre la vida en forma de tres meses. La calma sumergida que fuimos. A tu lado sano de mi oido sordo, Natalie y su hijo que es el mar.
A estas horas, estais los tres en una franja azul. Te imagino soñando lento,
conmoviendo mis alas.
Reforzándome a amarte.
Posponiendo orquídeas en un jarrón.
Armando a distancia, amando de nadie, al amanecer.
Qué placer despedirse si se está siempre juntos.
1 comentario:
Qué bonito Miguel!No había leido nunca tu blog o hace tanto que no lo leo que ya no me acordaba. Me gusta lo preciso de este poema. Ni una palabra más ni una menos. Voy a seguir cotilleandote
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