Veréis, hay unas razones muy justas por las que llegó a lo más alto, encarnando la voz y la fuerza de todos nosotros, deseosos de ser vengados. Hay razones justas y principios llenos de equilibrio por los que Jhon Cobra se convirtió en el mesías que todos necesitábamos para liberarnos.
Contrariamente a todo lo que ya se dijo, Juan francisco de Cobra, tuvo la mala suerte, la desdicha de tener una infancia feliz. Por desgracia sus padres se querían - no de un modo especial, sino sencillo - y el que nunca le faltara de nada en casa, pronto le convirtió en el monstruo que todos llevamos dentro. La suciedad de todos que emerge por las grietas de lo que hemos construido con descuido, para sentirnos seguros. Por algún lado tenía que salir.
Aunque en clase no era bueno, su profesora sentía por el una extraña simpatía, la misma extraña simpatía inconfesable que llegó a sentir todo el pueblo español, porque veía en él, secretamente, la perfección. Y es que no hay nada perfecto salvo quizás la imperfección de Jhon Cobra. Pronto se dio cuenta de su fuerza: "Si logro, decía, no dudar jamas de mi orgullo, seré el referente para aquellos que duden de si mismos, para aquellos inseguros que temen dejar de serlo, un camino a seguir.
En un mundo que hemos creado justo, libre, Cobra, presidente.
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