lunes, 16 de marzo de 2009

¡OJOS VERDES! ¡JABALI! ¡CARAMELOS!

No recordaba el maldito relato. Sé que había un hombre con un sombrero. O un sombrero. Estoy casi seguro. Si: al principio cuando habló ella pensé en un sombrero, luego supe que tenía que abandonarlo por otra cosa ¿pero el qué? ¡Ojos verdes! Unos ojos como huevos de lagartijas, porque ella mencionó una lagartija pero ahora me vienen sus ojos verdes y eso nos aleja todavía más del sombrero. O nos acerca: nunca lo sabremos. Poco a poco voy recordando si… si… era… ¡Jabalí! Un jabalí lo interrumpe todo y estaba previsto desde el título pero ¿qué iba a saber yo? Un jabalí de ojos verdes y con sombrero, puede ser, y no tiene nada que decir, de eso estoy seguro. Estoy convencido de que hay un relato aquí, pero no sé dónde. Si el jabalí hablase... con esa cara tan suya: y esa sonrisa.. sabe bien que podría haber aquí un relato de no haber aparecido él. ¡CARAMELOS! Caramelos cómo si fuera la solución, o un punto de giro, o la conclusión de cualquier cosa. Los caramelos no aportan nada nuevo. Si pudiera volver a mi sombrero… pero está muy lejos…demasiado, ya casi no lo veo, y sin embargo el jabalí sigue en primer término, contento, arrebatador. Maldita sea, a veces parece que ese sombrero era algo importante, pero ahora lo veo claro: ni los ojos verdes ni los caramelos, sino ambas cosas, todo, dentro de un sombrero que es una chistera de la que van saliendo las palabras cómo si fuera magia.

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