domingo, 8 de junio de 2008

Umberto D

Me da la impresión de que quizás todo fuera el extraño sueño de un empresario, que duerme tranquilo, lejos, en su mansión; y sueñe con esa vida, con el asombro de los sueños y que, puede, se fuera a despertar en cualquier momento en medio de la noche, aturdido y aliviado.

Es cómo si estuviéramos viendo los trozos que suprimieron de una película, los que se fueron en las elipsis, de una película hermana pero llena de acontecimientos, y que con los trozos sobrantes hubiesen creado esta inquietante historia llena de tiempos muertos de cotidianeidad quieta.

Umberto mira por las ventanas, como si fuera fuese un mundo teatral que sigue misteriosamente su función en un idioma que desconoce. Para Humberto no queda otro suicidio que vivir. ¡Qué difícil es morir ante la vida!

¿Que mundo hemos creado en el que hay que enfermar para estar tranquilo?

El día es bello, pero la noche sublime.

“¡Tengo un deber!”
Humberto D

No hay comentarios: