sábado, 27 de febrero de 2010

Tus.

Tus lunares son los puntos y final de mis frases

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viernes, 26 de febrero de 2010

Farandulero




7 de la mañana, cógete el saxo y vete a tocar para 500 niños disfrazados y 350 padres disfrazados. La felicidad tiene un ojo de cada color.

jueves, 25 de febrero de 2010

Le queremos, señor Cobra.

Decidme si os imaginabais que Jhon Cobra ganaría las elecciones del 2012, bajo el grito de "Cobra, presidente".

Veréis, hay unas razones muy justas por las que llegó a lo más alto, encarnando la voz y la fuerza de todos nosotros, deseosos de ser vengados. Hay razones justas y principios llenos de equilibrio por los que Jhon Cobra se convirtió en el mesías que todos necesitábamos para liberarnos.

Contrariamente a todo lo que ya se dijo, Juan francisco de Cobra, tuvo la mala suerte, la desdicha de tener una infancia feliz. Por desgracia sus padres se querían - no de un modo especial, sino sencillo - y el que nunca le faltara de nada en casa, pronto le convirtió en el monstruo que todos llevamos dentro. La suciedad de todos que emerge por las grietas de lo que hemos construido con descuido, para sentirnos seguros. Por algún lado tenía que salir.

Aunque en clase no era bueno, su profesora sentía por el una extraña simpatía, la misma extraña simpatía inconfesable que llegó a sentir todo el pueblo español, porque veía en él, secretamente, la perfección. Y es que no hay nada perfecto salvo quizás la imperfección de Jhon Cobra. Pronto se dio cuenta de su fuerza: "Si logro, decía, no dudar jamas de mi orgullo, seré el referente para aquellos que duden de si mismos, para aquellos inseguros que temen dejar de serlo, un camino a seguir.

En un mundo que hemos creado justo, libre, Cobra, presidente.

Cumplimiento.




Han pasado ya dos años desde que fui a ver a Jodorowsky al café Temeraire cerca de casa de mi padre y le hablé de que camino elegir. Le comenté mis dudas y mis miedos y el me escuchó atentamente. Cuando terminé mi relato, se me habían humedecido los ojos y el guardaba un profundo silencio. A continuación me dijo que mezclara mi semen en un bote de tinta y escribiera un relato. Un acto psicomágico. Me levanté aturdido y tardé un tiempo en darme cuenta de que era lo más sensato que podría haberme contestado.


Por una razón que no logro explicarme he tardado dos años en hacer algo aparentenemente tan sencillo. Pero es que siempre aparecía algún impedimento, algúna justificación que hacía que no pudiera hacerlo. Hace unos días, compré un tarro de tinta y una pluma antigua de madera e hice lo que tenía que hacer.

Ha sido cómo quitarme un gran peso de encima. Los actos psicomágicos hay que hacerlso, y me da que en su forro de sabio listo Alejandro quiere que descubras que un acto psicomágico tiene la fuerza de cumplir aquello que te propones. Ya ni sé si aquello para lo que me recetó el acto se ha sanado, pero me sentí liberado al hacerlo. Este es el relato que me salió improvisado:





"Vivíamos en una casa llena de mariposas. Mi padre encontró un día una caja de cartón que pasó a ser mía, en la que vivían una docena de gusanos de seda. La cada no se podía abrir y sólo sabía que allí había algo, porque mi padre me lo dijo. A veces creía que oía las mariposas revolotear, pero nunca podía saberlo a ciencia cierta. Un día decidí abrirla. Me armé de valor y seguro de que estaría vacía la abrí de sopetón.
Llevo años en la misma casa, llena de mariposas, intentando recuperarlas una a una. Cada vez que encuentro una, pienso en mi infancia y en lo placentero que será volver a a tenerlas juntas en la misma caja. A los pocos días murieron casi todas, pero yo, por la memoria de mi padre, sigo buscando. Se que jamás las encontraré todas, y aún así, busco las mariposas que se escaparon en todo lo que veo, no puedo evitarlo. Gracias padre.

viernes, 19 de febrero de 2010

Folklore's pain

El padre de Jacques, escondía dinero en los libros de la casa. No es que lo esconda realmente, lo guarda en las novelas. Un montón de billetes en las novelas. Para encontrarlo memoriza los títulos usando una regla mnemotécnica. Es más fácil con las novelas negras. Sólo los títulos, no los autores. Suele recordar dónde está el dinero con: "Una cuestión de Sangre". "Cuestión de fe" O "No hay que morir dos veces" también con "Nadie lo ha visto" o por último "no toquéis la pasta." En frances: "Touchez pas au grisbi".

La madre de Jacques utilizaba los libros de la casa cómo anuario. En casi cada uno de ellos hay uno o dos números de teléfono apuntado en las solapas, casi siempre sin el nombre. De manera que no es extraño que diga: "-Jacques, pásame "Le prince des marées" es decir el príncipe de las mareas. Y Jacques le contestaba: "-No me apetece nada hablar con los abuelos". -" Son tus abuelos Jacques, ven aqui ahora mismo o te hincho a palos."

La madre de Jacques lo dice cariñosamente, ella es andaluza.

El padre de Jacques llevaba diez años comiendo lechuga en la mesa redonda y roja de la cocina cuando un día dijo: "-No pienso comer lechuga, nunca me ha gustado la lechuga". Y no volvió a comer lechuga. El es francés.

Tras cruzar el mundo, cómo dice la madre de Jacques (aunque en realidad sólo fue de España a Francia) encontró al padre de Jacques. Es decir, se encontraron.

Veréis, en esta familia el problema no era el amor, era el dinero.

La hermana de Jacques, tenía sus propios problemas y a veces le hacía creer que la pelota fluorescente de su cuarto era mágica y le tenía bastante acojonado con eso. A pesar de cosas como esta, era una buena hermana, pero tenían un serio problema: eran felices.

Por suerte eso no duró mucho, un montón de desgracias salvarón a Jacques de convertirse en un gilipollas. Un día poco después de que cumpliera trece años, unos agentes de hacienda forzaron la puerta de una patada y embargaron casi todo lo que había en la casa.Delante de los ojos de Jacques y de su hermana, se llevaron armarios, mesas, la televisón...

Su padres decidieron que la única manera de que se recuperarán económicamente sería mandarlos con sus abuelos a España. La hermana de Jacques se fue a estudiar a Granada y Jacques aterrizó en Madrid.

Jacques apuntó en una hoja lo que le gustaba de España y puso: El sol, el mar, la tortilla... puso "El flamenco" pero finalmente lo tachó porque no sabía lo que era y lo había puesto porque no sabía más palabras.

Jacques no era capaz de pronunciar cosas tan difíciles cómo: "Naranja" o "cerrajero". Jacques se sentía morir.

Esta parte de su vida se llama: "Descender al abismo".

Jacques se pregunta si alguna vez entenderá por qué hay que levantarse por las mañanas. Su abuela tenía una técnica de guerra para despertarle transmitida de generación en generación y probablemente fruto de una estupidez milenaria.

1º Primero, entrar de un golpe en le cuarto.

2º Segundo, levantar la persiana de un golpe. Pese a su edad, la malaleche le provee de una inmensa fuerza.

3º Tirar de la sábana de golpe y destaparlo por completo.

Todas las mañanas así. Esto habría deprimido a cualquiera. Pero a una persona tan débil cómo Jacques además le creó una neurosis. Hay una imagen que Jacques jamás se quitará de la cabeza y es la de su padre bebiendo en la oscuridad del salón, sólo, alumbrado por la luz del césped verde de un partido de fútbol. Al padre de Jacques no le gustaba especialmente el fútbol.

Jacques se tira de los coches en marcha para recordar que está vivo. Y se pincha de vez en cuando alguna forma de olvido. Ya desde pequeño le horrorizaban las agujas, ya de pequeño las rompía en cuanto se las clavaban en el brazo para sacarle sangre. Pero uno supera sus miedos.

Un día cinco chicos de la calle se meten con él y él los encara. Estuvieron pegándole hasta que llegó la policía. Pero eso no es lo terrible, lo que va a marcar a Jacques, es que le pegan delante de unas 200 personas que el conoce, en la calle delante del patio de recreo, y nadie, nadie moverá un dedo para defenderle. Jacques piensa que el ser humano es escoria e intenta ahondar en la parte metafísica del tema abriéndose las venas con un radio de bici, pero le preocupa lo que vaya a pasar luego con esa bici, faltándole un radio. Así que prueba a tirarse por la ventana pero la cobardía le salva la vida.

Quizás por eso se mete en peleas siempre que puede porque crecer, duele.

Ha pasado el tiempo y Jacques tiene 20 años, vive en un cuartucho de un piso de Madrid en el que gusta estar con las persianas bajadas todo el día y estudia una carrera a la que nunca va porque no consigue levantarse nunca antes de la una de la tarde. Una vez se despertó a las doce. Para sobrevivir, lo único que sabe cocinar son bocadillos, zumos de fresa en packs de seis, y bolsas de patatas.

Un día Jacques conoce a una mujer de 60 años que pasea a su perro. Es el perro más educado que ha visto nunca, es capaz de pararse en un semáforo y esperar a que se ponga verde para cruzar y se hace el despistado cuando hay que volver a casa.

La señora Candela le ha educado bien. La señora Candela sonríe mucho y a veces lo hace mientras se saca del abrigo una petaca llena de Chinchón, que consigue pasar en los aeropuertos porque se parece mucho al agua.

Jacques vaga por las calles en vez de estudiar y consigue trabajo entregando coronas funerarias. Allí conoce a Pedro. Pedro es su mejor amigo. Pedro es un Imaginante. Pedro dice que la vida es bonita. La señora Candela dice que no te puedes fiar de alguien que no tenga vicios. La señora Candela se mueve con una elegancia que te conmueve. Pedro dice que le encantan los seres humanos. La señora Candela hace las cosas con mucho cuidado pero también con mucha seguridad. La señora Candela no teme la muerte. La señora Candela dice que el boxeador que pelea contra su sombra, es un artista.

Esta parte de la vida de Jacques se llama: "renacimiento".

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Cuando Jacques aterriza en España se confronta a comportamientos que no entiende ni asimila, es decir, los españoles. Su madre solía decirle que los franceses tenían una escoba en el culo. Jacques contestaba: "no se, no los conozco a todos". Los franceses solían decirle que los españoles están siempre durmiendo la siesta. Jacques contestaba:" No se, no los conozco a todos".

Esta es la historia de un niño que lo pierde todo, futuro, familia, ciudad y se va a otro país a vivir con sus abuelos. Crece y teme tanto la muerte como la vida. Su padre es un desconocido. Pero sobre todo, quiere ser libre y piensa que ser libre es hacer lo que quiere. Vivir le parece lo segundo más aburrido después de su abuela.

Dicen que no puedes ayudar una planta a creer pero si hacer que crezca más recta. Jacques sería el equivalente de un bonsái en sesiones de psicoanálisis. Pero le cambia la vida cuando conoce a la señora Candela, sus amigos y a Peri, Pedro, su mejor amigo. Empieza a sospechar que ser libre pasa por reconciliarse con el sufrimiento y ser capaz de levantarse temprano y ser capaz de terminar lo que empieza. También tiene tiempo de fracasar en su relación con Lola. Lola no era la chica más bonita, pero se ponía a brillar cuando Jacques la miraba. Y Jacques sólo se soportaba dentro de los ojos de Lola.

Un día Jacques va a comer a un comedor y una mujer que podría tener la edad de su madre entra en el comedor y abofetea a una chica sin media palabra. Peri y Jacques inventan un nuevo concepto: "las buenas gamberradas". Durante un tiempo, se dedican a poner columpios en las paradas de autobús, triturar los libros para convertirlos en confeti e ir a los bancos a decirle al banquero que le aman. Jacques y Peri trabajan juntos en una funeraria, cerca de la vida. Tienen un héroe secreto al que ambos adoran, no saben su identidad pero va pintando "Animo" por las calles de Madrid. En las paredes, en las papeleras. Peri lleva arrastrando desde hace mucho una crisis personal con su modo de vida: quiere ser libre, viajar, conocer cosas, leer libros, dejar a su novia, dejar su trabajo, dejar su coche. Todo esto gracias a Jacques. Una noche Jacques le dice: "Vete Peri, todo el mundo sabe que el boxeador que lucha contra su sombra, es un artista". El día antes de que Pedro se vaya, subiendo por las escaleras, en el último escalón antes de llegar al cuartucho, hay pintado, de la misma manera que tantas veces lo vio por las calles sin jamás sospechar de nada, la palabra: ánimo.

Peri se ha ido, Jacques se ha quedado huérfano otra vez. La señora Candela le dice que crecer duele. Jacques deja la carrera y empieza a estudiar con la señora Candela, algo totalmente desconocido para él: El tiro con arco, o Kyudo, cómo lo llaman los japoneses.

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El padre de Jacques, se comunica con su hijo a menudo por teléfono al que toma cómo el mayor mentiroso que ha conocido, después de su mujer.

Jacques es un completo desconocido para su padre. Su padre le ha estado mandando dinero todos los meses y se ha recuperado económicamente. Después de siete años, decide pasar una semana con él. Al padre de Jacques siempre le confunden el apellido en los aeropuertos. Sigue sin saber decir "cerrajero" pero está muy orgulloso de que su hijo si pueda pronunciarlo. Sigue sin entender a qué se dedica su hijo, pero está muy orgulloso de que piense que lo bueno y lo malo está todo junto, mezcladito. Cuando se separaron Jacques pensaba que la vida sólo merecía la pena si eras otra persona, ahora se vuelven a encontrar, y el Padre de Jacques piensa que es un milagro que su hijo se haya convertido en un hombre bueno.

Jacques ya no sueña con ser feliz, ni tampoco tiene deseos, cómo la flecha del arco cuando se dispara, sabe que sólo da en la diana si se apunta al corazón de quien la tira.