jueves, 13 de noviembre de 2008

Allá voy

Nunca voy a olvidar el 13 de noviembre de 2008, el dia en que me convertí en un hombre de fé. Un hombre mágico.

Las antenas parabólicas nos miraban como los lirios de la modernidad.

Las pelusas dejaron de ser ideas para no limpiar.

Los insultos olían (ya puedo olerlos) a amor desordenado.

Las tazas de café me sonríen como cíclopes de una oreja.

 Descubro que una tetera es un espejo con nombre sensual.

 Tu “hasta luego” era sexo comedido.

 Ahora: Los códigos de barras saben a pestañas aplastadas. Los azucarillos saben a geometría dulce. Un paso de cebra sabe a desaparición.

 Los ascensores son confesionarios móviles. El mío seguro.

 Un servilletero es un aspirante a percusionista. Les mando todo mi ánimo, seguro que lo conseguiran.

 Los cuchillos son baguetas asesinas. Pero no queda miedo.

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