sábado, 10 de enero de 2009

Luna. (relato al revés)

Yo solo escribo cosas alegres. Pero es curioso la cantidad de tristeza que puede aguantar la gente.

El asunto terminó mal. Un corazón roto, el de Carlos, y Luna debatiéndose en horribles pesadillas.

Luna intenta satisfacer para sentirse querida. Uno de los mayores secretos de la luna es haberle hecho creer a todo el mundo que se esconde de día.

A veces pienso en la soledad de la Luna. Y la deseo porque cuando se va, es una invitación.

A su lado, estaba Carlos, demasiado joven para ser joven. Nada más llegar nos damos un beso confuso Luna y yo y los ojos de Carlos saben a cicatriz, a brecha vieja de amor. Soy la cara herida de la Luna. Lo veo nada más llegar: siente por ella una mezcla de miedo y fascinación. Doy las gracias por no estar en su lugar. Porque vamos a jugar, hay otro hombre, una mujer y tres hombres, orbitando cerca de luna. Soy la cara preparada de la Luna.

Lo malo de la nieve es que se entiende que algo malo va a ocurrir. Quiero decir: no se le puede enseñar a un asesino a preparar souflé. Y cuando iba hacia allí ya sabía que estaría con alguien. No es que yo sea un asesino, esto no va de muertes, os lo digo ya, es que hay cosas como el souflé, que solo pueden hacer determinadas personas. Sabía que estaría bien, que estaría asustada y protegida, sabía que estaría desesperada, sabía que estaría preciosa, sabía que se odiaría un rato, delante de todos.

Por cada copo de nieve que cae, un pensamiento alegre. Pero es que es increíble el nivel de tristeza que….

Fue cuando nevó en Madrid. Caminaba apresurado para ir a verla, cualquiera que lo hubiera visto desde fuera me habría tirado una bola de nieve y habría pasado a través de mi cabeza hueca de amor. De la comisura de los labios de una vieja babeaba un hilillo urdiendo la palabra “enamorado”. Pero no era así. Con el enamoramiento puedo engañar a quien quiera. Iba a verla, porque la entiendo perfectamente, porque si fuera una mujer, sería como ella, Luna. Sus padres tuvieron a bien de llamarla Luna, para recordarla entre sombras. Luna quiere mucho sexo. Y yo soy la cara tapada de la luna. Había hecho planes que incluían pasear por la nieve, pero las mujeres bonitas son mi perdición, y Luna….tuve que adivinar que dos minutos sola son dos razones para hacer una locura.

Vereis, yo solo escribo cosas alegres. Hace un año que lo dejé. Dejé de ser contable, digo. Lo de la escritura hace mucho que me persigue, cómo una mofeta histérica. Hace un año que dejé de ser contable para dedicarme a escribir cosas alegres. Aún así voy a intentar contaros esta historia: quedé con una chica que se llamaba Luna.

Pero es increíble el nivel de tristeza que puede aguantar uno.

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